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“Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada”Svetlana Aleksievich. “La guerra no tiene rostro de mujer”

Svetlana Aleksiévich es una escritoria y periodista bielorrusa ,nació en Ucrania en 1948. Muy pronto se trasladó a Minsk, Bielorrusia, de donde era natural su padre y donde estudió periodismo. Siempre comprometida con la aproximación a Occidente, con la democracia y las libertades, se mostró muy crítica con el autoritarismo del presidente bielorruso Lukashenko. Por ello toda su obra se vio censurada y le costó el exilio en el año 2000, residiendo en Gotemburgo, París y Berlín. En el año 2011 volvió a Minsk donde vive en la actualidad.

Premio Nobel de Literatura 2015 por su libro Voces de Chernóbil, el drama del accidente ocurrido en la central nuclear ucraniana en abril de 1986. Ella desarrollo un estilo de narrativa que fusiona el enfoque de investigación periodística con los testimonios semejante a una corresponsal de guerra.

Más de 30 años después de la catástrofe, la miniserie de la productora HBO Chernobyl ha acercado el suceso y su contexto sociopolítico a millones de espectadores, aunque no le han acreditado ningún reconocimiento . Para la mayoría, especialmente para los jóvenes, Chernóbil forma parte de la historia; pero para Alexiévich y los exciudadanos de la URSS residentes por entonces en Ucrania, Bielorrusia y Rusia, es aún vida.

En Tsínkovyie málchiki (Los chicos de zinc, traducida a veces como Ataúdes de zinc), 1989, compila un mosaico de testimonios de madres de soldados soviéticos que participaron en la Guerra de Afganistán; en Zacharóvannye smertiu (Cautivos de la muerte), 1993, ofrece la visión de aquellos que no pudieron sobrevivir a la idea de la caída del gobierno soviético y se suicidaron. Voces de Chernóbil (1997), uno de los pocos libros suyos traducidos al castellano (2006), expone el heroísmo y sufrimiento de quienes se sacrificaron en la catástrofe nuclear de Chernóbil. Libro traducido a veinte idiomas, todavía sigue prohibido en Bielorrusia. En su última obra, Época del desencanto. El final del homo sovieticus, publicado a la vez en alemán y en ruso en 2013, procura hacer un retrato generacional de todos los que vivieron la dramática caída del estado comunista soviético.3​ También ha compuesto numerosos guiones para documentales y varias obras de teatro.

En las elecciones presidenciales en Bielorrusia de 2020 Aleksiévich apoyó públicamente a la opositora Tijanóvskaya y recordó que cuando escribió un libro sobre el papel de la mujer en la Segunda Guerra Mundial comprendió que las mujeres son “la vanguardia de la sociedad”.​ El 12 de agosto de 2020, Svetlana Aleksiévich hizo un llamamiento a Aleksandr Lukashenko para que abandone el poder por el bien del pueblo.

Dada la situación política actual en Bielorrusia y en Rusia, Alexiévich cree que hoy le sería más difícil escribir “La guerra no tiene rostro de mujer” que en 1985, cuando la publicó. “Pienso que no podría escribir ese libro hoy porque las mujeres que estuvieron en el frente se cerrarían y tendrían miedo a contar su verdad de la guerra, que podría entrar en conflicto con la versión oficial, en la que solo existe la Gran Victoria. En lo que se refiere a la figura de Stalin, la Gran Victoria eclipsó al Gulag en la narrativa oficial”.

¿Cómo vivió usted personalmente la caída de la Unión Soviética? “Yo soy una intelectual, por lo que viví la caída del imperio soviético trabajando. Yo me dedico al estudio de la conciencia humana. Quería dejar testimonio de qué es lo que querían materializar los soñadores y de cómo luego estas ideas han fracasado. Desde la infancia me traumatizaban las historias sobre lo fácil que la gente mataba y moría a la vez. Yo crecí en una aldea y recuerdo perfectamente todas las historias sobre la muerte, porque en la conciencia popular, la guerra y la muerte se fusionaban. En el socialismo también: todo iba sobre la muerte. En la escuela nos contaban lo maravilloso que era morir por la patria, sin embargo, a nuestro alrededor nos contaban unas historias tremendas.

En el libro ‘El fin del homus sovieticus’ usted reflexiona sobre la idea de que cuando se marcharon los comunistas, llegaron los especuladores, ¿es una idea extendida en Rusia?

No es una idea mía propia la de que se fueron los comunistas y vinieron los especuladores. Es un sentimiento general. La gente tenía esperanzas y esperaba muchas cosas, pero nadie esperaba el capitalismo. Resultó que la sociedad no está preparada para ese sistema económico. Quizás las próximas generaciones estarán mejor preparadas. Las antiguas generaciones continúan educando a nuestros niños en sus colegios y en sus casas desde el punto de vista de pensamientos caducos. Nosotros pensábamos que la nueva generación iba a renovar el mundo, pero no ha sido así porque esta generación ha sido educada con los manuales y maestros soviéticos. El presidente Putin es un oficial de la KGB, pero es también, y esto es muy importante, un hombre soviético. Él no tiene otro sistema en su cabeza.

Fuente: elpais.es, wikipedia.es, Jotdown.es, cadenaser.com

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