Wong Kiew Kit
1 – La sabiduría de los antiguos maestros
La medicina en el mundo durante la época clásica
III La medicina en otras civilizaciones antiguas
Los antiguos habitantes de Mesopotamia, México y Perú tenían una extensa materia médica. Los aztecas de la civilización mexicana conocían más de mil plantas medicinales y tenían profundos conocimientos sobre los narcóticos en particular.
La cirugía estaba muy desarrollada, sobre todo en México y en Perú, donde, al igual que en la antigua India, se utilizaban cabezas de hormigas como pinzas en las suturas. En Perú se practicaban interesantes ritos de magia que consistían en pasar las enfermedades de los seres humanos a los animales, sobre todo a conejillos de Indias. Es probable que éste fuera el origen de la prolongada carrera de estas pobres criaturas en la medicina experimental. En Perú también había un alto grado de salud pública, y se ocupaban de la atención médica de los ancianos y los discapacitados.
El nivel de la cirugía en Mesopotamia también era muy elevado. Un intenso documento de piedra que presenta el código del rey Hammurabi, que data aproximadamente del 1700 AEC, indica que la negligencia en la práctica quirúrgica podía ser duramente castigada, pero este castigo no se aplicaba cuando no se recurría a la cirugía, ya que los mesopotámicos consideraban que uno mismo era el responsable de provocar su propia enfermedad. La civilización mesopotámica también aportó al mundo el concepto de los días regulares de descanso, del contagio y de la cuarentena de los leprosos, ideas que los judíos transmitieron a Occidente.
La medicina en la Antigua Grecia
Los griegos, que sentaron las bases de la medicina occidental, también seguían dos tendencia fundamentales: la de Asclepio o Esculapio y la de Hipócrates.
Asclepio fue un gran médico que vivió en torno al 1200 AEC y que posteriormente fue divinizado como dios de la medicina. Sus terapias principales eran los baños, el descanso y los ejercicios correctivos. Se construyeron numerosos templos en su honor y se extendió la práctica conocida como incubación, o pernoctar en el templo, que consistía en que el paciente durmiera en el templo de Esculapio para que el dios de la medicina lo visitara mientras dormía y lo curara de sus dolencias.
Es posible que esta práctica parezca excéntrica a muchos lectores modernos y que se rían de ella por considerarla supersticiosa. Sin embargo, el auge actual de la conciencia de la Nueva Era, que reconoce niveles más profundos de la conciencia y la experiencia transcendental, nos hace pensar que en esa costumbre de dormir en el templo tal vez hubiera una fuerza mayor que la que comprendemos a nivel superficial. También deberíamos recordar que la incubación debió de ser eficaz, porque de lo contrario no se habría extendido tanto ni los intelectuales griegos habrían convertido a Asclepio en el dios de la medicina. Su bastón, con una serpiente enroscada, es el que utilizan los médicos actuales como símbolo de su profesión.
El auge de Hipócrates (alrededor del 460-377 AEC) marcó el comienzo de la medicina occidental científica. A menudo se considera a Hipócrates el padre de esta medicina porque contribuyó a sacarla de sus trasfondo sobrenatural y por haberle dado una base científica firme.
Los dos legados más importantes de Hipócrates fueron el Corpus Hippocraticum, una voluminosa colección que comprende alrededor de setenta libros de medicina, y el código hipocrático, que sigue siendo la base de la ética profesional de los médicos actuales.
Es posible que Hipócrates escribiera algunos de los libros que componen el Corpus Hippocraticum, si bien la mayoría fueron escritos por médicos que seguían su tradición.
Las cuatro características principales de la tradición hipocrática eran que la enfermedad se debía a agentes naturales y no sobrenaturales; que había que poner el énfasis en la prognosis, más que en la diagnosis; que el médico tenía que tratar al enfermo y no sólo la enfermedad, y que el tratamiento tenía que atender a la persona en su conjunto, y no sólo a una parte. Estas características presentan notables semejanzas con las de los chinos, salvo que éstos también destacan mucho la importancia de la diagnosis. También vale la pena destacar que muchos médicos modernos parecen haber olvidado los dos últimos principios hipocráticos.
El código hipocrático, entre otras cosas, prohibía que el médico prescribiera drogas mortales, por más que así se lo solicitaran; tampoco podía favorecer el aborto, aceptar sobornos ni inducir a la seducción ni de hombres ni de mujeres. Además, el médico estaba obligado a mantener en secreto los detalles del paciente que a éste le dieran vergüenza, así como también a practicar la medicina según su capacidad y su criterio. Desde cualquier punto de vista, no cabe duda de que este código contiene unos valores morales muy elevados.
La época alejandrina y la romana
Con la expansión de la cultura helenista, Alejandría se convirtió en un centro de la medicina. Dos médicos famosos del período alejandrino fueron Herófilo de Calcedonia (alrededor del 300 AEC) y Erasístrato de Quío (alrededor del 330 AEC).
Herófilo realizó algunas aportaciones importantes en anatomía: describió los ojos, los vasos sanguíneos, los órganos genitales, el cerebro y el duodeno, al cual fue él quien le puso el nombre. En la práctica, sus terapias principales eran la sangría y la polifarmacia.
Erasístrato, por su parte, era contrario a las sangrías y la polifarmacia, y partidario de unaalimentación correctiva, el masaje y el ejercicio. Se dio cuenta de que existían nervios sensoriales distintos de los motores, y efectuó descripciones detalladas de la anatomía del cerebro y el cerebelo, el corazón, las venas y las arterias. Todo esto ocurrió hace dos mil doscientos años; tuvieron que pasar más de mil ochocientos años hasta que Harvey realizara el sensacional descubrimiento de la circulación sanguínea.
Posteriormente, surgió un grupo de médicos conocidos como los empiristas, contrarios a las especulaciones filosóficas así como a los experimentos científicos, que basaban su conocimiento y tratamiento de la medicina tan sólo en sus observaciones. Los empiristas realizaron algunas aportaciones valiosas a la sintomatología, la cirugía y la farmacología.
La aportación médica de los romanos, incluso en el apogeo de su imperio, se vio eclipsada por la de los griegos, aunque obtuvieron excelentes logros en salud pública. Tenían unos gimnasios y unos baños públicos impresionantes, un sistema eficaz para el tratamiento de las aguas residuales y unas condiciones de salubridad doméstica admirables. El suministro de agua no tenía punto de comparación, y los hospitales eran increíblemente modernos.
Los romanos incluso designaban médicos públicos para que se ocuparan de los pobres. Sus grandes logros en salud pública, en comparación con las consecuciones médicas de los griegos, permiten apreciar las diferencias de mentalidad entre los intelectuales griegos y los espléndidos romanos.
Uno de los principales médicos de su tiempo fue Asclepiades (alrededor del 130 AEC), que sostenía que la enfermedad se debía a la condición de restricción o relajación de las partículas sólidas que supuestamente constituyen el cuerpo. Sus métodos para restablecer el equilibrio de las partículas eran los típicos remedios griegos: masaje, aire puro, alimentación correctiva y una cuidadosa selección de ejercicios. Fue uno de los primeros en la historia de la medicina que liberó a los locos de las oscuras celdas donde los confinaban y les recetó terapia ocupacional, somníferos, música relajante y ejercicios para aumentar la capacidad de atención y la memoria; fue un paso valiente que precedió en casi dos mil años a la famosa supresión de las cadenas de los locos que estableció Pinel en París.
Una escuela de médicos denominados metodistas insistió en que la causa de la enfermedad era o bien la apertura excesiva o el excesivo cierre de los poros internos; quisieron reducir los principios y la práctica de la medicina a unos pocos métodos muy sencillos. Otra escuela, la de los pneumáticos, sostenía que la enfermedad se debía a un trastorno del pneuma, una forma de energía similar al chi chino. Esto es un ejemplo significativo de la fecundidad y la creatividad de las mentes griegas que, incluso bajo el dominio romano, se negaban a aceptar a los antiguos maestros, a pesar de sus grandes aportaciones, como autoridades definitivas. Esta actitud contrasta con la de la Edad Media, que acepta sin cuestionar a autoridades como Galeno.
Galeno de Pérgamo (130-200 EC) trató de sintetizar las diversas escuelas de pensamiento que lo precedieron, aunque en términos generales se basó en la patología humoral de Hipócrates. Sus diagnósticos y su terapéutica guardan increíbles coincidencias con las de los chinos. Destacó la importancia del número de pulsaciones en su diagnóstico y empleó un sistema de remedios «fríos» contra enfermedades «calientes» y viceversa.
Sin embargo, Galeno destaca sobre todo en anatomía y fisiología. A partir de sus disecciones de cerdos y monos (en esa época estaban prohibidas las disecciones de seres humanos), Galeno proporcionó a la medicina un conocimiento de los huesos y los músculos como no se había visto hasta entonces en el mundo. Ofreció una descripción anatómica del cerebro y demostró las funciones de los nervios recurrentes, la médula y las arterias.
La Edad Media
Galeno marcó el cenit de la medicina griega, que a partir de entonces se volvió improductiva. El peso de la medicina recayó sobre los sacerdotes eruditos durante la prolongada Edad Media, que comenzó con la caída de Roma, en 476 EC y duró hasta el siglo XV.
Los estudiosos de la medicina solían ser monjes cristianos enclaustrados en sus monasterios. Se concebía la enfermedad como un castigo al pecado, como una posesión del demonio o como obra de la brujería. Las principales terapias eran la oración, el arrepentimiento y la invocación a los santos. Las curaciones se solían considerar milagrosas. Se desarrolló el culto a las terapias de los santos, a partir de la costumbre de invocar a santos concretos para curar enfermedades específicas. Por ejemplo, se invocaba a san Erasmo para las enfermedades abdominales, a san Blas para los pulmones y la garganta y a san Vito para los temblores.
Sin embargo, la principal actividad médica de estos monjes no era la práctica clínica, sino la elaboración de textos médicos en el interior de los monasterios. Sin duda, estos escritos estaban teñidos de filosofía y religión y, en el mejor de los casos, eran una copia de los clásicos griegos.
El más conocido de estos centros de trabajos médicos fue el de Montecassino, donde los conocimientos médicos escritos en árabe se traducían al latín.
Además de estos escritos médicos cristianos, los eruditos árabes también ejercieron gran influencia. Pero ellos no escribían en los monasterios, sino en las universidades recién fundadas, en la más importante de las cuales, en Salerno, estuvo la primera facultad de medicina que se creó en Europa. Uno de estos grandes escritores fue un persa de nombre Avicena (980-1037), cuya obra principal, el Canon de Medicina, fue un libro de texto fidedigno durante muchos siglos.
Avicena partía a menudo de fuentes chinas, como en la teoría de los pulsos y la rica materia médica china. Como tanto las creencias cristianas como las musulmanas prohíban los derramamientos de sangre, la cirugía se redujo al mínimo durante este período.
Aunque la Edad Media también fue la edad oscura de la medicina, este período no estuvo exento de aportaciones. Los árabes enriquecieron la medicina con su materia médica y sus conocimientos de química. Impulsados desde el comienzo por el emperador romano Constantino, en Europa se construyeron hospitales a gran escala.
La práctica médica occidental recibió su primera legislación en 1140 del rey Roberto II de Sicilia, que establecía la obligación de superar un examen estatal antes de poder practicar la medicina. Sin embargo, la principal aportación de la Edad Media fue la conservación y la transmisión de los conocimientos médicos de los griegos, sin los cuales las épocas posteriores hubieran tenido que empezar otra vez de cero. Vamos a hablar de su reactivación y del nacimiento de la medicina occidental en el próximo capítulo.
Continúa… El gran libro de la medicina tradicional china – Wong Kiew Kit
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